Para todo
madridista que no viva en Madrid, pero si dentro de las fronteras nacionales
españolas, debería ser de obligado cumplimiento, “peregrinar” de vez en cuando
al Santuario blanco de La Castellana, algo así como lo que exige el Islam, eso
de peregrinar a La Meca al menos una vez en la vida. Ayer, en compañía de mi
cuñado mas blanco (los otros tienen tonos azulgranados) tuve el privilegio de
asistir al primer partido matutino en el Santiago Bernabeu, y si bien un par de
días antes tenía dudas sobre el acierto del nuevo horario, ahora no tengo
ninguna, es cierto que alguno llegábamos al estadio con “careto” somnoliento,
pero era una bendición ver a cientos de niños venidos de aquí y de allá,
cargados de bufandas, banderas y trompetas, inundados de emoción porque iban a
ver a su Madrid, unos acompañados de sus padres, otros de sus abuelos, en
definitiva, a realizar en familia una nueva actividad de Domingo, imposible en
los horarios habituales. A pesar del romanticismo de la escena, tengo que meterme
aquí en un terreno pantanoso, porque no puedo ignorar las declaraciones de Mou
sobre el público, pero créanme que tampoco puedo contradecirlas, y quede claro
que yo también soy uno de los culpables, porque salvo para celebrar los goles e
insultar al árbitro, bien me vendría el sobrenombre de Héroe del Silencio; decía
pues que Mou tenía razón y la tiene, no se ni creo que le corresponda a él
decirlo, quizá si, pero es evidente que el enorme apoyo asistencial no se
traduce luego en decibelios de animación al equipo, no obstante, esto no es de
ahora, viene de tiempo atrás, así que si en su día Florentino que es Florentino
dijo que Mou nos había enseñado algo sobre el señorío, yo digo ahora recojamos
su mensaje y convirtamos el Bernabeu en una caldera de ruido, porque soy el
primero al que se le ponen los pelos de punta cuando el estadio entero suena al
unísono.
Tuve como decía el privilegio de ver in situ a
la apisonadora que Mou ha ido montando pieza a pieza, porque este Madrid,
Moudrid o como quieran llamarlo, no deja nada a la especulación, puede ir mas rápido
o mas lento, eso depende de lo que Xabi Alonso estime oportuno que para eso es
el maquinista, pero tritura y deja bajo si a todo aquello que se encuentra en
su camino, y si le queda una chinita que sobresale, saca el martillo pilón y la
aplasta. Ayer Osasuna tuvo la osadía de aprovechar un despiste generalizado de
los blancos y lo que hizo fue convertirse en eso, en una chinita que enfureció
a un Madrid que hasta entonces aún andaba desperezándose y digiriendo el
desayuno. Ante este EQUIPO (si, si, con mayúsculas) no sirve otra cosa que
rezar, rezar para que Cristiano esté apático, para que Alonso tenga dolor de
barriga, para que Benzemá se ponga tristón o para que el Pipita vuelva a
calzarse mal las botas. Este Madrid es muy grande y muy bueno, poco a poco,
semana a semana va robándole al Barça la supremacía del buen juego y las
portadas de los periódicos, va minando su confianza y su autoestima relegándole
al segundo plano que históricamente siempre ocuparon allí arriba; el 10 de
Diciembre se citarán en Madrid, y la sazón tendrá todos los ingredientes para
que el Barça salga bien guisadito del Santiago Bernabeu, que seguro que ese día
no parecerá vacío, dice un refrán castellano que a todo cerdo le llega su San Martín
(no hay ofensa en mis palabras, solo literalidad) y el 10-D, esos que hasta
ahora han correteado y campado por ahí a sus anchas, captando los elogios de
medio mundo conocerán el miedo, la sumisión y el sufrimiento, que les infringirá
la apisonadora blanca, y regresarán a su casa sabedores de haber puesto los
pies en el suelo y haber vuelto al lugar que les corresponde, por los siglos de
los siglos…