Hace ya tiempo José María que tengo estas palabras en mi mente, pero hasta ahora no encontré el momento preciso para escribirlas, probablemente porque con tu marcha una de las llamas que iluminan mi madridismo se ha apagado para siempre, y no he podido o querido admitirlo hasta que el domingo pasado te vi jugar con una camiseta blanquinegra que no era la nuestra.
Tú eres uno de esos tipos que jamás dejó indiferente a nadie Guti, para bien o para mal tu eres tu, y eso te ha granjeado afectos y odios casi a partes iguales, de hecho, creo que ese es el precio que pagáis los genios, vivís constantemente en el alambre que separa al triunfo y al fracaso, y solo cuando no estáis se os reconoce lo bueno, mientras que cuando estáis se os magnifica lo malo, o simplemente lo menos bueno. Para mi siempre estuviste y estarás en el lado del triunfo Guti, jamás tuve un motivo para molestarme, o para recriminarte algo, sencillamente porque te entiendo, sencillamente porque el hombre es imperfecto y porque se que el escudo del Madrid está tatuado en tu corazón desde que hace muchos años, desde muy pequeñito comenzaron a llamarte “Pequeño Schuster”.
Me vienen a la mente muchas frases de célebres personajes, pero en torno a tres de ellas quiero centrar este texto, porque resumen el pensamiento que siempre tuve, tengo y tendré de ti. Decía Friedrich Nietzsche (filósofo alemán) “El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme”, pues bien, nadie mejor que tu ha representado esa apreciación en el Santuario de Concha Espina, a tu lado han estado durante quince años los mejores jugadores del mundo, y curiosamente todos se rindieron a la belleza de tu fútbol cuando ellos representaban la enormidad. Tu zurda, sedosa y pausada, ha creado un gran estilo José, un estilo único e irrepetible que ha ganado la batalla a todo lo demás, y que se percibirá por siempre en forma de aroma en el Santiago Bernabeu. Hay otra que dice “Quitad de los corazones el amor por lo bello y habréis quitado todo el encanto a la vida” (Jean Jacques Rousseau), ese es el sentimiento que a mi me queda con tu marcha, en el vestuario del Madrid no queda ya amor por lo bello, así que difícilmente podremos encontrar encanto, encontraremos profesionalidad, competitividad e incluso éxito, pero dejaremos de percibir ese aroma mágico, casi sideral que tu presencia daba a nuestro equipo. Aunque como decía Leonardo da Vinci, “La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”, así que me voy a agarrar a ese clavo ardiendo, para decirte que siempre te recordaré como un artista, jamás olvidaré tus pases con tiralíneas, tu verticalidad y tu capacidad para ver el hueco donde solo hay obstáculos, y que doy gracias al altísimo por haber podido disfrutar de ti. Mientras el mundo sea mundo, te prometo que siempre habrá alguien que recordará tus “perlas” al Sevilla o el taconazo de Riazor, entre otras muchas cosas, tu grandeza y tú camináis juntos de la mano, así que mucha suerte para engrandecerla allí a donde vayas hermano.
Tú eres uno de esos tipos que jamás dejó indiferente a nadie Guti, para bien o para mal tu eres tu, y eso te ha granjeado afectos y odios casi a partes iguales, de hecho, creo que ese es el precio que pagáis los genios, vivís constantemente en el alambre que separa al triunfo y al fracaso, y solo cuando no estáis se os reconoce lo bueno, mientras que cuando estáis se os magnifica lo malo, o simplemente lo menos bueno. Para mi siempre estuviste y estarás en el lado del triunfo Guti, jamás tuve un motivo para molestarme, o para recriminarte algo, sencillamente porque te entiendo, sencillamente porque el hombre es imperfecto y porque se que el escudo del Madrid está tatuado en tu corazón desde que hace muchos años, desde muy pequeñito comenzaron a llamarte “Pequeño Schuster”.
Me vienen a la mente muchas frases de célebres personajes, pero en torno a tres de ellas quiero centrar este texto, porque resumen el pensamiento que siempre tuve, tengo y tendré de ti. Decía Friedrich Nietzsche (filósofo alemán) “El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme”, pues bien, nadie mejor que tu ha representado esa apreciación en el Santuario de Concha Espina, a tu lado han estado durante quince años los mejores jugadores del mundo, y curiosamente todos se rindieron a la belleza de tu fútbol cuando ellos representaban la enormidad. Tu zurda, sedosa y pausada, ha creado un gran estilo José, un estilo único e irrepetible que ha ganado la batalla a todo lo demás, y que se percibirá por siempre en forma de aroma en el Santiago Bernabeu. Hay otra que dice “Quitad de los corazones el amor por lo bello y habréis quitado todo el encanto a la vida” (Jean Jacques Rousseau), ese es el sentimiento que a mi me queda con tu marcha, en el vestuario del Madrid no queda ya amor por lo bello, así que difícilmente podremos encontrar encanto, encontraremos profesionalidad, competitividad e incluso éxito, pero dejaremos de percibir ese aroma mágico, casi sideral que tu presencia daba a nuestro equipo. Aunque como decía Leonardo da Vinci, “La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”, así que me voy a agarrar a ese clavo ardiendo, para decirte que siempre te recordaré como un artista, jamás olvidaré tus pases con tiralíneas, tu verticalidad y tu capacidad para ver el hueco donde solo hay obstáculos, y que doy gracias al altísimo por haber podido disfrutar de ti. Mientras el mundo sea mundo, te prometo que siempre habrá alguien que recordará tus “perlas” al Sevilla o el taconazo de Riazor, entre otras muchas cosas, tu grandeza y tú camináis juntos de la mano, así que mucha suerte para engrandecerla allí a donde vayas hermano.